Lo Último

J. R. R. Tolkien.

Vida, obra y "pensamientos literarios".

Fue un escritor, poeta, filólogo y profesor universitario británico, conocido principalmente por ser el autor de las novelas clásicas de alta fantasía El hobbit y El Señor de los Anillos.
De 1925 a 1945, Tolkien ocupó la cátedra Rawlinson y Bosworth en la Universidad de Oxford, enseñando anglosajón y, de 1945 a 1959, fue profesor de Lengua y Literatura inglesa en Merton. Era amigo cercano del también escritor C. S. Lewis y ambos eran miembros de un informal grupo de debate literario conocido como los Inklings. Tolkien fue nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II el 28 de marzo de 1972.
Después de su muerte, el tercer hijo de Tolkien, Christopher, publicó una serie de obras basadas en las amplias notas y manuscritos inéditos de su padre, entre ellas El Silmarillion y Los hijos de Húrin. Estos libros, junto con El hobbit y El Señor de los Anillos, forman un cuerpo conectado de cuentos, poemas, historias de ficción, idiomas inventados y ensayos literarios sobre un mundo imaginado llamado Arda, y más extensamente sobre uno de sus continentes, conocido como la Tierra Media. Entre 1951 y 1955, Tolkien aplicó la palabra legendarium a la mayor parte de estos escritos.
Si bien escritores como William MorrisRobert E. Howard y E. R. Eddison precedieron a Tolkien en el género literario de fantasía con obras tan famosas e influyentes como las de Conan el Bárbaro, el gran éxito de El hobbit y El Señor de los Anillos cuando se publicaron en Estados Unidos condujo directamente al resurgimiento popular del género. Esto ha causado que Tolkien sea identificado popularmente como «el padre» de la literatura moderna de fantasía, o más concretamente, de la alta fantasía. Los trabajos de Tolkien han inspirado muchas otras obras de fantasía y han tenido un efecto duradero en todo el campo. En 2008, el periódico The Times le clasificó sexto en una lista de «Los 50 escritores británicos más grandes desde 1945».
Obra literaria.
Poemas.
El primer poema que Tolkien consiguió publicar fue «La batalla del Campo del Este», en 1911, cuando tenía diecinueve años.
Desde hacía tiempo, Tolkien estaba interesado en el inglés antiguo o anglosajón y se había dedicado a leer varias obras en esta lengua, entre ellas, el poema anónimo «Christ I»; dos líneas de éste le impresionaron especialmente:
Eala Earendel engla beorhtast.
Ofer middangeard monnum sended
Salve, Earendel, el más brillante de los ángeles.
Enviado a los hombres sobre la tierra media
— «Christ I», anónimo (versos 104-105).
En 1914, inspirado por estas líneas, escribió el poema «El viaje de Eärendel, la estrella vespertina», que narraba el viaje por el cielo del marinero Eärendel, más tarde convertido en Eärendil. Este poema sería imprescindible en el desarrollo de su futuro legendarium
Tolkien continuó escribiendo numerosos poemas, algunos de ellos relacionados con su legendarium y que más tarde serían incluidos por su hijo Christopher en los volúmenes de La historia de la Tierra Media. En 1917, cuando estaba hospitalizado debido a una enfermedad contraída durante la Primera Guerra Mundial, comenzó a trabajar en otros poemas que se convertirían en la base de las historias principales de El Silmarillion: «El cuento de Tinúviel», «Turambar y el Foalókê», y «La caída de Gondolin»; con el paso de los años, estos poemas se convirtieron en textos en prosa que evolucionaron hasta las historias de Beren y Lúthien, Los hijos de Húrin y La caída de Gondolin, respectivamente.
En 1953, publicó con bastante éxito el poema «El regreso de Beorhtnoth, hijo de Beorhthelm», aunque ya estaba terminado desde 1945. Escrito en verso aliterativo, es una continuación del inacabado poema anglosajón «La batalla de Maldon».
En 1961, una tía le pidió que escribiera un libro dedicado a Tom Bombadil, personaje que aparece en El Señor de los Anillos. Aunque sólo los dos primeros poemas están dedicados a dicho personaje, Tolkien tituló el poemario como Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo, e incluyó en él otros poemas datados de la década de 1920.
Roverandom.
J. R. R. Tolkien acostumbraba desde siempre a narrar historias a sus propios hijos, por los motivos más diversos. Así, concibió el relato de Roverandom en 1925, como un cuento para sus hijos John (ocho años) y Michael (cinco) durante unas vacaciones. Michael estaba muy encariñado aquel verano de uno de sus juguetes: un perrito en miniatura, de plomo pintado de blanco y negro. Desafortunadamente, un día paseando por la playa con su padre, lo dejó en el suelo para jugar y lo perdió. Aunque Tolkien y sus dos hijos mayores pasaron horas buscándolo, no fue posible recuperarlo, por lo que el autor imaginó la historia que hoy conocemos como Roverandom para consolar al pequeño Michael.
Se trata de un cuento infantil que narra la historia de un perrito llamado Rover que muerde a un brujo, por lo que éste lo castiga convirtiéndolo en juguete. Un niño compra ese juguete, pero lo pierde en la playa. Entonces, el hechicero de la arena le hace vivir aventuras desde la Luna hasta el fondo del mar.
Este cuento no fue publicado hasta 1998, de manera póstuma.
El Silmarillion.
Tolkien escribió un breve esquema de su mitología del que los cuentos de Beren y Lúthien y el de Túrin formaban parte, y ese esquema fue evolucionando hasta convertirse en el «Quenta Silmarillion», una historia épica que Tolkien comenzó tres veces pero nunca publicó. Tolkien confiaba en publicarla al abrigo del éxito de El Señor de los Anillos, pero a las editoriales (tanto a Allen & Unwin como a Collins) no las convenció; puesto que, además, los costes de impresión eran muy altos en la posguerra. La historia de esta continua reescritura se cuenta en la serie póstuma de La historia de la Tierra Media, editada por el hijo de Tolkien, Christopher. Desde 1936, aproximadamente, Tolkien empezó a extender su marco de trabajo para abarcar la narración de la caída de Númenor («Akallabêth»), inspirada en la leyenda de la Atlántida. No fue hasta 1977, de manera póstuma, que los escritos que componen El Silmarillion vieron la luz, recopilados y editados por Christopher Tolkien. A los relatos mencionados («Quenta Silmarillion» y «Akallabêth»), se añadieron para la publicación otros más breves, de los primeros y los últimos tiempos de la Tierra Media: «Ainulindalë», «Valaquenta» y «De los Anillos de Poder y la Tercera Edad».
El Hobbit.
Tolkien escribía las historias de su legendarium para su propio deleite, el de su familia y el de su círculo literario, sin intención de alcanzar con ellas al gran público. Sin embargo, por casualidad, otro libro que había escrito en 1932 para sus propios hijos y al que había titulado El hobbit pasó de mano en mano sin intervención del autor hasta llegar a Susan Dagnall, una empleada de la editorial londinense George Allen & Unwin. Ésta le enseñó el libro al presidente de la empresa, Stanley Unwin, quien se lo dio a su hijo pequeño, Rayner, para que lo leyera; la historia le gustó tanto que decidieron publicarlo.
En este libro se narran las aventuras del hobbit Bilbo Bolsón que, junto con el mago Gandalf y una compañía de enanos, se verá envuelto en un viaje para recuperar el reino de Erebor, arrebatado a los enanos por el dragón Smaug.
Si bien se trata de una historia infantil, el libro atrajo también la atención de lectores adultos y se hizo lo suficientemente popular como para que Stanley Unwin le pidiera a Tolkien que trabajara en una secuela, más tarde conocida como El Señor de los Anillos.
El Señor de los Anillos.
Aunque no se encontraba inspirado para tratar el tema, la petición de Stanley Unwin de una secuela para El hobbit impulsó a Tolkien a comenzar la que sería su obra más famosa, El Señor de los Anillos, una novela de fantasía épica subdividida en tres volúmenes y publicada entre 1954 y 1955. Tolkien invirtió más de diez años en la creación de la historia y los apéndices de la novela, tiempo durante el cual recibió el apoyo constante de los Inklings, en particular de su amigo más cercano, C. S. Lewis, al que prestaba o leía los borradores que iba escribiendo para que los juzgara. Tanto los acontecimientos de El hobbit como los de El Señor de los Anillos están enmarcados en el contexto de El Silmarillion, pero en una época bastante posterior.
La intención original de Tolkien al empezar a escribir El Señor de los Anillos era que éste fuera un cuento para niños al estilo de El hobbit, pero poco después recordó el anillo encontrado por Bilbo Bolsón y decidió centrar la historia en torno a él y su devenir, convirtiéndose en un escrito más oscuro y serio; por ello, a pesar de ser una continuación directa de El hobbit, fue dirigido a un público más maduro. Por otro lado, Tolkien aprovechó más en esta novela la inmensa historia de Beleriand, que había ido construyendo en años anteriores y que finalmente fue publicada de forma póstuma en el El Silmarillion y otros volúmenes.
El Señor de los Anillos se volvió tremendamente popular en la década de 1960 y se ha mantenido así desde entonces, situándose como una de las obras de ficción más populares del siglo XX a juzgar por sus ventas y las encuestas de lectores, como la realizada por las librerías Waterstone's de Reino Unido y la cadena de televisión Channel 4, que eligió a El Señor de los Anillos como el mejor libro del siglo.
Su carrera como lingüista.
Tolkien aprendió latínfrancés y alemán de su madre y, mientras estaba en el colegio, aprendió inglés medioinglés antiguofinlandésgóticogriegoitalianonoruego antiguoespañolgalés y galés medieval. También estuvo familiarizado con el danésneerlandéslombardonoruegorusoserbiosueco y antiguas formas del alemán moderno y eslovaco, lo que revela su profundo conocimiento lingüístico sobre todas las lenguas germánicas.
Lenguas construidas.
Su pasión por los idiomas comenzó a los ocho o nueve años de edad, cuando se deleitaba con el sonido del latín pronunciado por su madre o se entretenía con su prima Mary inventando sus propias lenguas, como el «animálico» o el «nevbosh» (‘nuevo disparate’). Algo más tarde creó el «naffarin» (basado en el español que aprendía con la ayuda del padre Morgan). Después descubrió el gótico, el galés y el finlandés, base de sus grandes creaciones: el sindarin, la lengua de los sindar y, sobre todo, el quenya, la lengua de los noldor; alentado por sus profesores Kenneth Sisam, catedrático de instituto en Literatura Comparada y con quien competiría por la cátedra de anglosajón en el Merton College de la Universidad de Oxford, y Robert Gilson, quienes descubrieron en él a un gran filólogo.
Su carrera académica y su producción literaria son inseparables de su amor por el lenguaje y la filología. Se especializó en la filología del griego durante la universidad y en 1915 se graduó con nórdico antiguo como materia especial. De 1919 a 1920, tras licenciarse del ejército una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, Tolkien trabajó como ayudante del redactor jefe de la primera edición del Oxford English Dictionary, y se encargó de redactar los borradores para tres adiciones que aparecieron por primera vez en la edición publicada en octubre de 1921. En 1920, fue a la Universidad de Leeds como profesor de inglés, donde reclamó crédito por aumentar el número de estudiantes en lingüística de cinco a veinte. Dio cursos sobre el verso heroico en inglés antiguo, historia del inglés, varios textos en inglés antiguo y medio, filología del inglés antiguo y medio, filología introductoria a las lenguas germánicas, gótico, nórdico antiguo y galés medieval. Cuando en 1925, con treinta y tres años, Tolkien solicitó la cátedra Rawlinson y Bosworth, presumió de que sus estudiantes de filología germana en Leeds habían formado un «Club Vikingo».
Privadamente, a Tolkien lo atraían las «cosas de significación racial y lingüística», y contempló nociones de un heredado gusto por el lenguaje, donde calificó a la «lengua nativa» como opuesta a la «lengua materna» en su conferencia «El inglés y el galés», que es crucial para entender su concepto de la raza y el lenguaje. Consideraba el inglés medio de los Midlands occidentales su «lengua nativa» y, como le escribió a W. H. Auden en 1955, «Soy de los Midlands Occidentales por sangre (y tomé el inglés medio de estos como una lengua conocida tan pronto como posé mis ojos sobre ellos)».
Paralelamente a su trabajo profesional como filólogo, y algunas veces eclipsándolo hasta el extremo de que su producción académica permaneciera bastante escasa, estaba su afecto por la construcción de lenguas artificiales. Las de mayor desarrollo eran el quenya y el sindarin. El lenguaje y la gramática para Tolkien fueron una cuestión de estética y eufonía, y el quenya en particular fue diseñado por consideraciones «fonoestéticas»; fue previsto como un «elfolatín», y estaba basado fonológicamente en el latín, con ingredientes del finés y el griego. Una notable adición vino a fines de 1954 con el adunaico de Númenor, una lengua de «un sabor ligeramente semítico», conectada con el mito tolkieniano de la Atlántida que, por medio de «Los papeles del Notion Club», se liga directamente con sus ideas sobre la heredabilidad del lenguaje, y a través de la Segunda Edad del Sol el mito de Eärendil fue asentado en el legendarium, de este modo proveyendo un enlace al «mundo real y primordial» del siglo XX de Tolkien con el pasado mitológico de la Tierra Media.
Tolkien consideraba los lenguajes inseparables de la mitología asociada con ellos y, consecuentemente, tomó tenue vista de las lenguas auxiliares: en 1930 un congreso de esperantistas escucharon esto de él, en su conferencia «Un vicio secreto», «La construcción de su lenguaje engendrará una mitología», pero en 1956 concluyó que el «volapük, esperanto, ido, novial, etc., están muertos, más que otras lenguas ancestrales no utilizadas, debido a que sus autores nunca inventaron ninguna leyenda en esperanto».
La popularidad de los libros de Tolkien ha tenido un pequeño pero duradero efecto en el uso del lenguaje en la literatura fantástica en particular, e incluso en importantes diccionarios, que hoy en día comúnmente aceptan el restablecimiento tolkiano de las palabras dwarves (enanos) y elvish (élfico) (en contraposición a dwarfs y elfish), que no habían estado en uso desde mitad aproximadamente el siglo XIX. Otros términos que ha acuñado, tales como legendarium y eucatástrofe son mayormente usados en conexión con su trabajo.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario