Fue un escritor ruso. Su obra más conocida es probablemente Almas muertas, considerada por muchos como la primera novela rusa moderna.
Biografía.
Gógol nació en Soróchintsy, en la gobernación de Poltava, actualmente en Ucrania, en el seno de una familia de la baja nobleza rutena. Algunos de sus antepasados se identificaban como parte de la nobleza polaca (Szlachta), debido a la influencia cultural polaca de las clases altas rutenas. Su propio abuelo, Afanasi Gógol, escribió en documentos censales que sus "antepasados, de apellido Gógol, pertenecen a la nación polaca". Sin embargo, su bisabuelo Jan Gógol, tras haber estudiado en la Academia de Kiev-Moguila (o Kyiv-Mohyla, en ucraniano), institución de fuertes raíces ucranianas y ortodoxas, se trasladó a la parte oriental de Ucrania, más vinculada culturalmente a Moscovia, y se estableció en la región de Poltava, dando lugar a la línea familiar de los Gógol-Yanovski. El propio Gógol consideraba la segunda parte de su apellido "un añadido polaco artificial", usando sólo la primera parte, "Gógol". Su padre murió cuando el joven Nikolái tenía 15 años de edad. Las profundas creencias religiosas de la madre sin duda debieron influir en la visión del mundo de Gógol, muy condicionada también por su entorno familiar de baja nobleza en un medio rural.
Se trasladó a San Petersburgo en 1828 y allí trabajó en un modestísimo empleo de burócrata de la administración zarista. En 1831, conoció a Aleksandr Pushkin, que le ayudó en su carrera como escritor y se hizo amigo suyo. Más adelante, impartió clases de historia en la Universidad de San Petersburgo de 1834 a 1835. Escribió diversos relatos breves cuya acción transcurre en San Petersburgo, como La avenida Nevski, el Diario de un loco, El capote y La nariz. Este último sería adaptado como ópera por Dmitri Shostakóvich. Sin embargo, sería su comedia El inspector, publicada en 1836, la que lo convertiría en un escritor conocido. El tono satírico de la obra, que comparte con otros de sus escritos, generó una cierta controversia, y Gógol emigró a Roma.
Gógol pasó casi cinco años viviendo en Italia y Alemania, viajando también algo por Suiza y Francia. Fue durante este periodo cuando escribió Almas muertas, cuya primera parte se publicó en 1842, y la novela histórica Tarás Bulba, protagonizada por el cosaco del mismo nombre y ambientada en el siglo XVI en tierras ucranias y que estaban parcialmente ocupadas por los polacos. Se dice que la idea de la trama de Almas muertas le habría sido sugerida a Gógol por Pushkin. En 1848 Gógol hizo una peregrinación a Jerusalén, impulsado por sus profundas creencias cristianas ortodoxas. Tras volver de Jerusalén, Gógol decidió abandonar la literatura para concentrarse en la religión, bajo la influencia del sacerdote ortodoxo Padre Konstantínovskii. Entonces, Gógol quemó lo que había escrito de la segunda parte de Almas muertas diez días antes de su muerte el 21 de febrero / 4 de marzo de ese año en Moscú. Algunos fragmentos de esa segunda parte de Almas muertas sobrevivieron a la quema y han sido publicados.
Es importante decir que esta segunda parte de Almas Muertas en verdad iba a llamarse Almas Blancas. Relata el poeta argentino Luis Tedesco: "Gógol un hombre perfectamente instalado en la corte zarista había escrito Almas Muertas como un feroz fresco sobre sus contemporáneos pudientes. Cuando se le reprocha ese ataque, imprevisible en alguien de su posición, Gógol comienza a escribir una segunda parte de su novela a la que titularía Almas Blancas con el propósito consciente de revertir su visión anterior. Cuenta entonces (Gógol), que mientras estaba describiendo en trazos benévolos la conducta de sus personajes, la pluma se le desviaba hacia el grotesco, hacia la denuncia, hacia la disección de una sociedad viciada de corrupción. Así, las Almas Blancas nunca se publicó ya que Gógol quemó lo mucho o poco que llevaba escrito en la chimenea de su confortable cuarto de trabajo".
Sus últimos cuatro años de vida, transcurrieron en una cómoda casa de dos plantas ubicada en lo que hoy se conoce como Nikitski Boulevard de Moscú. Esta residencia se conserva como museo y guarda casi todos los muebles y objetos personales del autor; incluyendo su escritorio, en el que trabajaba de pie y coronado con una imagen del poeta Pushkin, sus plumas y cuadros personales, donde sobresalen fotos de religiosos ortodoxos con quienes tuvo trato. También se exhibe su máscara mortuoria de yeso. Gógol falleció allí mismo en su alcoba, mentalmente muy enfermo y con un gran deterioro físico.
Interpretación.
La vida y la obra literarias de Gógol muestran el debate entre las tendencias prooccidental y eslavófila en la cultura rusa. Los reformistas liberales rusos interpretaron en un principio las historias de Gógol como sátiras de los aspectos negativos de la sociedad rusa. Sin embargo, al final de su vida, estos mismos reformistas lo veían como una figura reaccionaria y patética, perdida en el fanatismo religioso. Así, en su famosa Carta a Gógol, Visarión Belinski lo tachó de "predicador del látigo y apóstol del oscurantismo".
Aunque está fuera de toda duda que en Almas Muertas se refleja un ansia de reformar Rusia, no queda claro si las reformas sugeridas habrían de ser de tipo político o moral. La primera parte del libro muestra los errores cometidos por el protagonista, mientras que en la segunda, más confusa, se muestran las enmiendas a esos errores.
El deseo de Gógol de una reforma moral de Rusia se hizo al final de su vida mucho más radical, como se ve en el fanatismo que impregna en algunas de sus cartas publicadas. Esta radicalización de su pensamiento lo llevó a la decisión de quemar el borrador de la segunda parte de Almas Muertas, a la vez que su salud empeoraba rápidamente.
Gógol sigue la tradición literaria de E.T.A. Hoffmann, con un uso frecuente de lo fantástico. Además, las obras de Gógol muestran un excelente sentido del humor. Esta mezcla de humor con realismo social, elementos fantásticos, y formas de prosa no convencionales son la clave de su popularidad.
Gógol escribió en una época de censura política. Su uso de elementos fantásticos es, como en las fábulas de Esopo, una manera de burlar al censor. Algunos de los mejores escritores soviéticos también recurrieron a la fantasía por razones similares.
Gógol tuvo un impacto enorme y permanente en la literatura rusa. La influencia de Gógol se aprecia en escritores como Yevgeni Zamiatin, Mijaíl Bulgákov o Andréi Siniavsky (Abram Terts).
La obra El Capote hace de base en el argumento de la película El buen nombre de Mira Nair en 2006.
Pensamientos Literarios.
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