Es un escritor peruano, que adquirió la nacionalidad española en 1993. Considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos, su obra ha cosechado numerosos premios, entre los que destacan el Premio Nobel de Literatura 2010, el Premio Cervantes (1994) —entendido como el más importante en lengua castellana—, el Premio Leopoldo Alas (1959), el Premio Biblioteca Breve (1963), el Premio Rómulo Gallegos(1967), el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986) y el Premio Planeta (1993) entre otros. Desde 2011 recibe el tratamiento protocolar de Ilustrísimo señor al recibir de Juan Carlos I de España el título de Marqués de Vargas Llosa.
Vargas Llosa alcanzó la fama en la década de 1960 con novelas como: La ciudad y los perros (1962), La casa verde (1965) y Conversación en La Catedral (1969). Continúa escribiendo prolíficamente en una serie de géneros literarios, incluyendo la crítica literaria y el periodismo. Entre sus novelas se encuentran comedias, novelas policiacas, históricas y políticas. Varias de ellas, como Pantaleón y las visitadoras (1973) y La fiesta del chivo (2000), han sido adaptadas y llevadas al cine.
Muchas de las obras de Vargas Llosa están influidas por la percepción del escritor sobre la sociedad peruana y por sus propias experiencias como peruano; sin embargo, de forma creciente ha tratado temas de otras partes del mundo. Desde que inició su carrera literaria en 1958 reside en Europa (entre España, Gran Bretaña, Suiza y Francia) la mayor parte del tiempo, de modo que en su obra se percibe también una cierta influencia europea.
Al igual que otros autores hispanoamericanos, ha participado en política, pero él, a diferencia de los anteriores hispanos galardonados por la Academia Sueca, es defensor de las ideas liberales. Fue candidato a la presidencia del Perú en las elecciones de 1990 por la coalición política de centroderecha Frente Democrático (Fredemo).
Obra.
Narrativa.
Características generales.
Mario Vargas Llosa ha sido definido como uno de los más completos narradores de su generación y una figura destacada de la literatura hispanoamericana. Representante ideal del espíritu del Boom latinoamericano, pues nació literariamente con él y ayudó a definirlo y a identificarlo con una nueva generación de escritores, su obra narrativa se caracteriza por la importancia de la experimentación técnica, aspecto por el que es valorado como un maestro de la composición novelística y en el que se ha desempeñado como un notable innovador de posibilidades narrativas y estilísticas.
Desde el punto de vista temático, sus novelas tratan de la antinomia entre lo histórico y lo estructural, como así lo expresa el título de varias de sus novelas (La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral), en las que la presencia de estructuras demuestra el interés casi obsesivo que el autor tiene por éstas. Asimismo, en cuanto a los tonos, su obra presenta las características más variadas, desde el humor y la comicidad hasta la caída trágica.
Por otra parte, el hecho de que el grueso de su producción literaria la haya realizado desde el extranjero, explica el sesgo retrospectivo que domina buena parte de la misma, así como la reconstrucción constante que hace de vivencias íntimas o colectivas del Perú como base de su ficción, salvo algunas excepciones como La guerra del fin mundo y algunas de sus últimas novelas.
En cuanto a sus modelos literarios, o “precursores” (a los que ha dedicado en varios casos estudios críticos), hay que citar, por un lado, a la novela de caballerías Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, y a Cien años de soledad, de García Márquez, ambas como ideales del concepto de novela total (la que funde lo real con lo irracional y el mito); por otro, son imprescindibles para Vargas Llosa dos escritores en especial: Flaubert, como modelo de la literatura como vocación, de la utilización de la realidad como pozo sin fondo para encontrar contenidos y temas (la mediocridad del ser humano, la violencia y el sexo), como modelo, también, de la importancia de una estructura narrativa rigurosa y de un narrador impasible ante los hechos narrados, etc.; y Faulkner, tanto en lo que respecta a temas y ambientes, como a rasgos formales, especialmente, el multiperspectivismo, los saltos en el tiempo, el uso de varios narradores en vez del omnisciente, la retención de información, el uso de historias paralelas, etc.
Trayectoria narrativa.
Los inicios literarios de Vargas Llosa fueron el estreno en Piura, cuando tenía 16 años, de una obra de teatro, hoy probablemente perdida, titulada la La huida del Inca, y algunos cuentos publicados en Lima en diversos medios. En Lima, la presencia literaria dominante era la de los narradores de la llamada generación del 50. Aunque finalmente se distanciaría de ellos, el grupo estimuló su vocación literaria con su visión realista de la sociedad peruana, especialmente la de Lima. Más en concreto,
Con ellos, aprendió a cultivar el realismo urbano, de clara intención social y testimonial, a veces inspirado en la escuela narrativa norteamericana, el neorrealismo literario y cinematográfico italiano y las ideas del «compromiso» desarrolladas por Sartre. Estos influjos son visibles en los cuentos juveniles de Vargas Llosa y aun en sus primeras novelas.
Luego, la ruptura con los criterios estéticos de esa generación se produce sobre todo en el plano técnico y en la resistencia de Vargas Llosa a defender en sus obras tesis o propuestas ideológicas de determinado signo. Así, la novedad básica que introduce con sus obras es
la ruptura del modelo de representación naturalista y del esquema intelectual algo simplista en el que se apoyaba el documentalismo de ese grupo. La misma evolución de las novelas del autor demostraría su rápida independencia estética, estimulada por su experiencia europea y el descubrimiento de otras formas y propuestas.
La crítica tiende a distribuir su obra narrativa en tres grupos:
En el primero estarían sus obras iniciales: Los jefes, Los cachorros, La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en La Catedral. Aunque se trata de narraciones muy diversas en intención, asunto y formas (y, de hecho, cada obra constituye una intensificación de la complejidad técnica y de contenido respecto de la anterior), presentan una incuestionable unidad en cuanto a la complejidad del proyecto y a la visión narrativa que proponen.
A partir de 1973, con la publicación de Pantaleón y las visitadoras, Vargas Llosa inicia una fase marcada por una actitud cuestionadora tanto de los grandes problemas de la sociedad latinoamericana moderna (en especial, los referidos a Perú, en un momento crítico de su historia), como las del arte narrativo con el que intenta representarlas. Así, y de una forma evidente, se aprecia una moderación de su afán totalizante y una tendencia a la plasmación de historias generalmente menos complejas y dentro de unos márgenes más restringidos, aunque sin prescindir de recursos técnicos esenciales para él como el efecto de contraste que permite el desarrollo paralelo de dos o más historias. Con todo, publica en esta fase una obra, La guerra del fin del mundo, que constituye no solo una excepción a estos rasgos generales (es la obra de mayor ambición y trascendencia del período), sino la primera incursión de Vargas Llosa fuera de la realidad física o histórica de su país.
Desde finales de los setenta, además, su reflexión como narrador aborda especialmente la relación entre lo real y su trasposición literaria, esto es, la, así llamada por él, «verdad de las mentiras», o la constatación de que la palabra crea un mundo propio que se parece a la realidad externa, pero que tiene sus propias reglas y «verdades».
En consecuencia, todos estos rasgos se manifiestan de una u otra manera, en otros dos grupos de obras: uno que comprende una serie de novelas de tema político, como La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Lituma en los Andes, La fiesta del Chivo, etc.; y otro que empieza con Pantaleón y las visitadoras, y en el que aborda tanto temas centrados en la reelaboración de experiencias más privadas (La tía Julia y el escribidor) o de modelos clásicos de novela policiaca (¿Quién mató a Palomino Molero?) o erótica (Elogio de la madrastra).
Obras.
Su primer libro publicado fue una colección de cuentos titulada Los Jefes (encabezada por el relato del mismo nombre), que obtuvo el premio Leopoldo Alas (1959).
Su primera novela, La ciudad y los perros (1963) se desarrolla en medio de una comunidad de estudiantes del Colegio Militar Leoncio Prado (situado en el Callao) y se basa en las experiencias personales del autor. Esta prematura obra adquirió la atención general del público así como un éxito inmediato. Su vitalidad y hábil uso de técnicas literarias sofisticadas impresionó de inmediato a los críticos, y ganó así el Premio de la Crítica Española.
En 1966 aparece su segunda novela, La casa verde, acerca de una casa-burdel del mismo nombre cuya presencia en Piura afecta las vidas de los personajes. La trama se centra en Bonifacia, una chica de origen aguaruna que es expulsada de un convento para transformarse luego en «la selvática», la prostituta más conocida de «La casa verde». La novela obtuvo de inmediato una entusiasta recepción por parte de la crítica, que confirmaba a Vargas Llosa como una importante figura de la narrativa latinoamericana.
Tres años más tarde publica Conversación en La Catedral, su tercera novela, y en 1971 sale García Márquez: historia de un deicidio, que había sido su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid.
Después de la publicación de la monumental Conversación en La Catedral, Vargas Llosa se distanció de los temas de mayor seriedad, como son la política y los problemas sociales. Raymond L. Williams, especialista en literatura latinoamericana, describe esta fase de su carrera literaria como «el descubrimiento del humor», cuyo primer fruto fue Pantaleón y las visitadoras (1973), seguido en 1977 de La tía Julia y el escribidor, basada en parte en el matrimonio con su primera esposa, Julia Urquidi, a quien dedicó la novela.
En 1981 aparece La guerra del fin del mundo, su primera novela histórica y una de las más importantes que ha escrito. Esta obra inició un cambio radical en el estilo de Vargas Llosa hacia temas como el mesianismo y la conducta irracional humana. Ambientada en las profundidades del sertón del siglo XIX, se basa en hechos auténticos de la historia del Brasil: la revuelta antirrepublicana de masas milenaristas sebastianistas guiadas por el taumaturgo iluminado Antonio Conselheiro en el pueblo de Canudos.
Tras un período de intensa actividad política, Vargas Llosa volvió a ocuparse en la literatura y en 1993 sacó su libro autobiográfico, El pez en el agua, la novela Lituma en los Andes y la obra de teatro El loco de los balcones. A la histórica Lituma le seguiría la erótica Los cuadernos de don Rigoberto (1997). La Fiesta del Chivo (2000), sobre el dictador dominicano Trujillo fue llevada al cine con el mismo nombre por su primo Luis Llosa. A esta novela le siguió el El paraíso en la otra esquina (2003), que alterna la historia del pintor Paul Gauguin con la de su abuela, Flora Tristán.
Otro trabajo destacable es un ensayo que resume el curso que dictó en la Universidad de Oxford sobre la novela Los miserables de Victor Hugo: La tentación de lo imposible (2004). En mayo de 2006, presentó su novela Travesuras de la niña mala, y el 3 de noviembre de 2010 publicó El sueño del celta, obra con la que vuelve al género de la novela histórica y que trata sobre la vida de Roger Casement, cónsul británico en el Congo Belga y en Perú, que entre 1903 y 1911 se dedicó a investigar y a denunciar las atrocidades —explotación salvaje, torturas y genocidio— cometidas por el régimen de Leopoldo II en el Congo y por la compañía C. Arana y la británica Peruvian Rubber Company en la remota selva del Putumayo peruano. En 2013 El héroe discreto vuelve a ambientarse en Perú; en ella narra las vivencias de dos empresarios peruanos.
Pensamientos Literarios.
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