“No hay fronteras, cuando hay buena voluntad y transparencia.”
La primera vez que vi
a René Pérez en vivo fue un sábado 11 de diciembre de 2010 tocando con Calle 13 en Plaza de Mayo (Buenos Aires)
y mi impresión fue la siguiente: “Este tipo se da rebelde pero es evidente que
Sony controla su producción y que Adidas lo auspicia para sus conciertos”.
Han pasado casi 8
años de ese primer encuentro y hoy presento Residente, el documental de René que a partir de un análisis de
ADN, identifica sus raíces y va en busca de ellas. El resultado es un viaje de
2 años por países tan disímiles como Rusia, Ghana, Armenia, Georgia, Osetia,
China, Burkina Faso, Níger, Serbia, España, Inglaterra, Estados Unidos y, por
supuesto, Puerto Rico.
Todo viaje es
crecimiento y fortaleza. Éste también lo es. Un viaje íntimo como creativo, emocionante
y reflexivo, que nos abre mundos desconocidos y los ya conocidos se nos
presentan con un halo de pureza nunca antes visto. Y todo gracias a la
sensibilidad artística de un René Pérez Joglar irreconocible para mí.
Yo creo que la
calidad del documental está, como en el vino, en el tiempo que se ha tomado
para elaborarlo. Dos años recorriendo el mundo, mirando, charlando,
aprendiendo, meditando, creando. Es un documental que destaca por su reflexión
profunda y sensible, y eso sólo se llega con la maduración que te da el tiempo.
René, por fin, se
siente un residente porque se da
cuenta que no hay fronteras, cuando hay buena voluntad y transparencia. Y es
eso lo que se ve en el documental, un artista comprometido con la cultura que
va habitando a través del lenguaje universal de la música que es “terapia” y “sanadora”, “une un país o un continente.” No
se necesita pelear, se necesita la “música para sanar a la gente, para crear”. “Música
para producir alegría”. Estos son algunos de los argumentos que se barajan en
el documental a propósito de la música como elemento conductor entre los
hombres.
Residente es
una apuesta, una aventura, es decir, sin rumbo cierto, pero con un propósito parecido
a una obsesión que no es otra que la búsqueda de la paz mundial, sí, paz
mundial. ¿Pretencioso? No, si entendemos la filosofía detrás de esa obsesión:
Dentro
de los grandes momentos – dice René – todos somos igual de pequeños.
Sintiéndonos así de pequeños, somos capaces de admirar con mucha más precisión
la inmensidad de todo lo que nos rodea, somos capaces de trabajar en equipo
para tejer algo infinito.
Consciente de esa
pequeñez, se puede llegar muy lejos. Todos pueden aportar algo para la paz
mundial. Mientras más nos acercamos, las diferencias parecen desaparecer. Y no
es demagogia lo que digo, sino una realidad.
Lo que pasa como dice
el mismo René: “La necesidad de hacer algo real y verdadero es cada vez menos”.
La gente prefiere aislarse, enrejar los barrios, meter candados, contratar
sistemas de monitoreo antes de abrirse a lo real y lo auténtico que tiene la
vida cuando no tiene tanto ropaje pesado y lento.
El documental muestra
exactamente lo dicho anteriormente: una experiencia real y verdadera, sin
artificios ni recursos efectistas. Las historias múltiples son consistentes y
conforman una unidad discursiva fuerte. Y algo que no está demás decir, es que
si el documental fluye muy bien, es por la naturalidad que trasmite René en
todo momento. Uno lo ve y le cree. Tiene una expresión de bondad y de inocencia
que se ve poco en el ámbito público.
Con respecto a las
cuestiones más formales, la fotografía está trabajaba cuidadosamente, sin caer
en una retórica muy metafórica y simbólica. Es sencilla y natural como su protagonista.
Los productos musicales, fruto de cada viaje, expresan muy bien lo aprendido en
cada lugar, logrando un sincretismo respetuoso y original.
Finalmente, si hace 8
años, René me parecía una imagen prefabricada de la Industria Cultural con pinceladas
rebeldes, hoy creo que es un artista que va in
crescendo como le gusta decir y estoy seguro que no será la primera vez que
se reinvente porque si hay algo que le incomoda al Residente es la tentación de quedarse cómodo en un lugar. Miren
sino la trayectoria de Calle 13, que
luego de 10 años de éxito con más de 20 Grammys
en su carrera, en la cresta de la ola, disuelve la banda para emprender nuevos
caminos.
Y si para ver este
documental, ha sido necesario la disolución de Calle 13, justa ha sido la paga. René Pérez Joglar ha demostrado
que a pesar de la diversidad cultural en el mundo, hay más razones para estar
unidos que separados, y que el arte, en particular la música, nos devuelve ese
aspecto sagrado del ser humano que nos invita a descubrir nuestra dignidad en
esa libertad de darse al otro y juntos crear algo mejor que cuando estábamos
solos y sin destino.
Mi blog: Cine consentido
cineconsentido983195056.wordpress.com
No hay comentarios. :
Publicar un comentario