Paul Signac. Capo di Noli, cerca de Génova. 1898. Museo Wallraf-Richartz, Colonia, Alemania. |
IMPRESIONISMO | #ARTEMODERNO
El Capo di Noli es en realidad un cabo situado en el municipio homónimo, en la Riviera de Poniente (Riviera italiana) a donde viajaba frecuentemente el autor desde Saint-Tropez, lugar de residencia de Signac de 1892 a 1900. El objetivo del pintor era, según sus propias palabras:
Comencé Capo di Noli, con el que quería lograr una policromía extrema…No quiero que quede ni un solo centímetro de color mate.
Signac quiso plasmar el colorido que había descubierto en la naturaleza próxima al Mediterráneo, tan diferente del de su ciudad natal. Así, en sus trazos se plasma el intento de llevar el color hasta su máxima intensidad en las rocas rojas y blancas, las sombras azules, el horizonte violeta claro o las manchas doradas del Sol.
Basándose en los conceptos de armonía y libertad, Signac hace convivir en este cuadro los diferentes valores cromáticos gracias a pequeñas pinceladas verticales y horizontales. En un estilo que derivará en el puntillismo, el pintor realiza trazos verticales para las rocas del extremo izquierdo y la vegetación a la derecha, en armonía a su estructura. El mar sereno y tranquilo y el camino se consiguen por medio de pinceladas horizontales. Finalmente el cielo se forma con puntos pequeños en el horizonte y trazos diagonales entrecruzados hacia el primer plano. Como resultado de la división de tonos conseguida gracias a la disposición de toques de colores a modo de mosaico, mirados a cierta distancia se crea en la retina la combinación deseada, y como resultado una visión ideal de un paisaje soleado, intemporal.
Comencé Capo di Noli, con el que quería lograr una policromía extrema…No quiero que quede ni un solo centímetro de color mate.
Signac quiso plasmar el colorido que había descubierto en la naturaleza próxima al Mediterráneo, tan diferente del de su ciudad natal. Así, en sus trazos se plasma el intento de llevar el color hasta su máxima intensidad en las rocas rojas y blancas, las sombras azules, el horizonte violeta claro o las manchas doradas del Sol.
Basándose en los conceptos de armonía y libertad, Signac hace convivir en este cuadro los diferentes valores cromáticos gracias a pequeñas pinceladas verticales y horizontales. En un estilo que derivará en el puntillismo, el pintor realiza trazos verticales para las rocas del extremo izquierdo y la vegetación a la derecha, en armonía a su estructura. El mar sereno y tranquilo y el camino se consiguen por medio de pinceladas horizontales. Finalmente el cielo se forma con puntos pequeños en el horizonte y trazos diagonales entrecruzados hacia el primer plano. Como resultado de la división de tonos conseguida gracias a la disposición de toques de colores a modo de mosaico, mirados a cierta distancia se crea en la retina la combinación deseada, y como resultado una visión ideal de un paisaje soleado, intemporal.
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