“Bob Dylan y su controvertido Nobel.”
Finalmente, pasó el 10 de diciembre.
El 2016 se fue entre algarabías y descontentos por un Nobel Literario, merecido
o no, pero finalmente especial.
Recuerdo
haber escuchado a Bob Dylan, de adolescente y lo primero que pensé, fue en una
canción de misa, “Saber que vendrás”. Su voz entre gangosa y nasal me hacía
pensar que este tipo debe decir cosas interesantes porque como cantante no es
algo que llame la atención, sinceramente. Así fue que me inicié una aventura
corta, por cierto, de buscar sus letras (en tiempos pre-internet) e intentar
traducirlas al castellano (con diccionario físico).
Mi
entusiasmo fue absorbido por otras cuestiones urgentes de la época pero dejó en
mí, una certeza que ya los Beatles me lo habían confirmado: hay poesía más allá
de las canciones. Eran mis tiempos de lectura de poesía norteamericana: Pound,
Williams, Beat Generation, Cummings,
Elliot, entre otros.
Pero
definitivamente, si había claridad en mis researchs,
era que Bob Dylan tenía un lenguaje poético de buena cepa y que sólo el tiempo supo
macerar su buen arte.
Su
homenaje a Dylan Thomas no es un dato menor. Muy identificado por lo
vertiginoso de la vida del poeta británico, a Bob le cautiva el lirismo capaz
de expresar el caos en la belleza. Como diría Rodríguez Gaona: “Pasada la
tormenta, / el paisaje / no tiene esa belleza / de cuando las cosas giraban
/sin rumbo por el aire.” Por eso, Bob Dylan (ya no Dylan Thomas) querrá registrar
ese presente caótico de su generación con esa esperanza mesiánica puesta en el
arte.
Pero
quien tuvo más ascendencia en su arte es la Beat
Generation[1], ese grupo de escritores, profetas seculares, místicos
iluminados carnales que transformaron EE.UU. en la década de 1950. Según Allen
Ginsberg, el disco “Bringing it all back home” (1965) es un disco que le debe
mucho a Mexico City Blues de Jack
Kerouac.[2] Es decir, la familiaridad y cercanía que Bob Dylan ha
tenido con la Beat Generation ha sido decisiva para moldear
y madurar su lírica. Una lírica que desde los años 1970, es objeto de estudio
en muchas universidades del mundo. Por eso, su vínculo con la literatura no es
sorpresivo ni improvisado.
Ahora bien,
si tendríamos que hacer una ruta de su poética, podríamos afirmar que una primera
parada está en la música folk de su
país, especialmente Woody Guthrie, Robert Johnson y Hank Williams. Esa opción
por el folk y no por el rock (porque «eran frases pegadizas y un
ritmo contagioso, pero (…) no eran serias ni reflejaban la vida de un modo
realista»[3]) hizo
que su lírica sea más profunda y exploradora de sentimientos. La segunda parada
de esta ruta es la lectura de Dylan Thomas donde entendió que no todo tiene que
ser escrito en la quietud bucólica del vaquero solitario, sino que en el caos y
en el vértigo hay belleza. Esta revelación lo encaminará al rock que con mucho
talento y gracia, trascenderá las «frases pegadizas y el ritmo contagioso» y lo convertirá en
un género musical, serio. Una forma de paroxismo vital, de ebullición, a punto
de explotar. Tercera parada, la explosión con la Beat Generation. Ahí, Dylan encuentra el sentimiento profundo del folk, la «honestidad brutal» como remedio para
una sociedad puritana e hipócrita y la libertad de estar en cualquier parte sin
etiquetas reduccionistas como «rockero», «cantante de folk o
de protesta». Su
experiencia con los Beat, le abrió la mente, para siempre y selló con fuego su
originalidad para crear.
En toda
esta ruta está «esa nueva expresión poética dentro de la gran tradición
americana de la canción» que valora el Comité Evaluador del Premio Nobel. ¿Si
lo merecía o no? Probablemente, Jeremías Gamboa tenga razón: «él está por encima
de cualquier premio.» No
necesitaba ese reconocimiento para que el mundo sepa que es un gran artista.
Quizás, Philip Roth, sí, y nos apena porque un espaldarazo de esa magnitud, le
hubiera dado mejores condiciones para crear, pero no necesariamente. Hoy todos
comentan de él y le sirve de prensa.
Pero el lado optimista, es que con este premio a Bob
Dylan, se está certificando que hay literatura y arte en el rock. No es «la frivolización de la cultura» ni
debemos estar preocupados que el próximo año, le den el «premio a un futbolista». Esos comentarios son
justamente frívolos, faranduleros y tontos. Yo tengo mis preferencias, pero no
puedo dejar de reconocer su calidad artística. Hubiera preferido a Leonard
Cohen antes que Dylan, seguramente, pero que es un gran artista, de eso no se
discute.
[1] Mal llamados también Beatniks, fue
movimiento literario antimaterialista, contracultural, anticapitalista y
antiautoritaria, que «remarcaba la importancia de mejorar la interioridad de
cada uno más allá de las posesiones materiales y de las reglas impuestas por el
sistema». Muy marcado por el uso de drogas, el sexo libre y acercamientos a las
religiones orientales, the Beat Generation
inauguró un camino que luego seguirían otros movimientos como el hippie, la
liberación femenina, la igualdad étnica, etc. La novela On the road de Jack Keroauc es la Novela Manfiesto del movimiento. Otros autores vinculados son Gregory Corso, Allen Ginsberg, William
Burroughs, Timothy Leary, John Clellon Holmes y Neal Cassady.
[2] Recomiendo mucho la entrevista que Peter
Barry Chowka le hace a Allen Ginsberg. Gran parte de la entrevista comenta su
relación con Bob Dylan y en varios puntos analiza su obra desde su contacto con
la Beat Generation. Allí dice: «[Dylan]
Él me sacó Mexico City Blues de mi mano, comenzó a leerlo y le dije:
"¿Qué sabes sobre eso?" Él dijo: "Alguien me lo dio en 1959 en
Saint Paul y me voló la cabeza". De modo que dije: "¿Por qué?"
Él dijo: "Fue la primera poesía que me habló en mi propio idioma". De
modo que esa cadena de imágenes intermitentes que ves en Dylan, como "La
Madonna negra de la motocicleta, la reina gitana sobre dos ruedas y su fantasma
tachonado en plata", están influidas por las cadenas de imágenes
intermitentes de Kerouac y su escritura espontánea»
Cfr.
http://www.english.illinois.edu/maps/poets/g_l/ginsberg/interviews.htm
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